Verso Clave: Hechos 9:31
La iglesia, entonces, tuvo paz por toda Judea, Galilea y Samaria; se fortalecía y los creyentes vivían en el temor del Señor. Y, con la ayuda del Espíritu Santo, también creció en número.
Jesús pasó tres años con sus discípulos enseñándoles acerca del reino de Dios y demostrándoles quién era Él. Caminó con ellos, comió con ellos, oró con ellos, rió y lloró con ellos. No sólo mostró verdades eternas, sino que también vivió una verdadera comunidad. Fue el modelo de cómo debería ser la iglesia para que la siguieran Sus discípulos y declaró con confianza que los poderes del infierno nunca podrían vencer a Su iglesia (Mt. 16:18). Enseñó a sus seguidores que todos tienen un lugar en el cuerpo y que todos funcionamos mejor cuando funcionamos juntos (Ef. 4). Él dio su vida por nosotros, Sus amigos. El compromiso de Jesús de amarnos con sacrificio se vio entonces en el libro de los Hechos dentro de la iglesia primitiva (Hechos 2:46-47). Demostraron un compromiso y una devoción auténticos al Señor y a amarse unos a otros. La iglesia primitiva dio su vida por sus vecinos, predicó la verdad con valentía, sufrió persecución juntos y trabajó en unidad; esta es la iglesia que estamos llamados a ser.
Únase a nosotros mientras exploramos cómo debería ser la iglesia por la que murió Jesús al observar los ejemplos bíblicos de comunidad eclesial que se nos han presentado.