Verso clave: Mateo 1:22-23
[22] Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del profeta: [23] “La virgen concebirá y dará a luz a un hijo, y lo llamaran Emanuel” – que significa, “Dios con nosotros”.Una página en blanco se encuentra entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, lo que indica un período de 400 años conocido como los “años silenciosos”. Una época donde no surgieron nuevos profetas y Dios no reveló nada nuevo al pueblo judío. Algunos esperan la promesa del nacimiento de un nuevo rey, mientras que otros esperan que El elegido los salve del régimen de gobierno. Cuando la esperanza del pueblo disminuyó y la desesperación los venció, Dios rompió su silencio y habló. Una joven llamada María concibió un niño en su vientre virginal por obra del Espíritu Santo (Mt. 1:20) y dio a luz al Hijo de Dios, Jesús.
El silencio se rompió con el llanto de un rey recién nacido, un milagro, el nacimiento de Dios en carne. El regocijo, el clamor y los cantos del pueblo rompieron el silencio de cuatro siglos y veinte generaciones. Una estrella solitaria brillando en el cielo declarando el único Camino al Padre. Rompiendo todas las expectativas de lo que vendría, un Rey, un Salvador envuelto en pañales y acostado en un pesebre. El silencio fue rompido por lo inesperado; humildad y poder desde lo alto.
Deja que esta Navidad sea un momento para reflexionar humildemente sobre cómo Dios rompió el silencio en tu vida cuando Jesús nació en ti. Regocíjense, griten y canten diciendo: “¡Dios está con nosotros!”